Un punto importante en cuanto a la desnutrición, es que la mayoría de los síntomas de la misma pueden ser detectados con relativa facilidad. Esto es algo positivo, ya que, reconociendo los síntomas, el padecimiento puede ser atacado a tiempo. Sin embargo, si no se trata adecuadamente, las consecuencias de esta enfermedad son mucho más graves de lo que podemos percibir a simple vista.

La importancia de los nutrientes y vitaminas que brindan los alimentos que ingerimos no se limita únicamente a una cuestión de recuperación energética. A lo largo de nuestra vida, cada una de las partes que conforman nuestro organismo se encuentra en un ciclo constante de desgaste y renovación a nivel celular.

El peso y la masa muscular son factores que determinan el nivel de desnutrición. Es por este mismo motivo que resulta inevitable que una disminución repentina del flujo de nutrientes no altere drásticamente la mayoría de las funciones naturales del cuerpo.

Desde el sistema inmunológico hasta órganos purificadores como los riñones, todos requieren de un suministro constante de nutrientes para garantizar su buen funcionamiento. 

 

Al crecer, estos niños tendrán menos capacidades físicas que una persona bien alimentada. De hecho, según Acción Contra el Hambre, podría tener una pérdida de productividad de hasta un 10% comparado con los estándares normales, lo que continuaría con el círculo de pobreza y desnutrición.